¿Qué son los callos en los pies?

¿SABÍAS QUÉ?
Por Equipo Farmalastic
Como es bien sabido, los pies de un bebé no tienen nada que ver con los de un adulto: mientras que los pies de los más pequeños son blandos, lisos y sin ningún tipo de alteraciones en la piel, los de un adulto a menudo presentan callosidades, sequedad y deformidades.

Esto se puede deber a la anatomía de los pies, pero, sobre todo, a la fricción continua que reciben, la forma de caminar o el peso que soportan con el paso del tiempo, entre otros factores. En este artículo te contaremos qué son las callosidades de los pies, qué tipos existen (desde callos en los dedos, en la planta o en la zona interdigital, por citar algunos), cuáles son sus causan y el tratamiento a seguir. También te recomendaremos acciones preventivas para evitar su aparición o evolución y mitigar las molestias que a menudo provocan.

Definición síntomas de los callos

El cuerpo es sabio y, ante una agresión, se defiende. Es lo que ocurre con las callosidades o durezas: cuando los pies reciben una presión o fricción constante (ya sea por nuestra forma de caminar, por la acción de los calcetines y/o ciertos zapatos, el sobrepeso, la falta de hidratación o las patologías podales) se defienden de esta agresión engrosando la capa más externa de la piel. Este engrosamiento de la epidermis se debe a la acumulación de células muertas, que pueden depositarse en cualquier parte del pie, si bien a menudo se localizan en la zona plantar, en el talón y en los dedos (encima, debajo o entre ellos).

Así pues, las durezas o hiperqueratosis, tal como se denominan en terminología médica (de hiper-, prefijo griego que significa «exceso» y queratosis, sinónimo de «piel»), son piel gruesa o endurecida en una área concreta del pie. Las callosidades son habituales entre la población (se calcula que tres de cada diez personas tienen callos) y a menudo se acompañan de sequedad, textura áspera al tacto, superficie cuarteada, pliegues naturales de la piel más marcados (sobre todo, en el talón), y molestia o dolor al tocarlos, rozarlos o presionarlos.

Principales tipos de callos en los pies

Aunque a menudo solemos llamar «callos» a cualquier endurecimiento en la piel del pie, en realidad siendo estrictos esto no es del todo correcto. Las callosidades se dividen en dos grandes grupos: las durezas o hiperqueratosis difusas y los helomas o hiperqueratosis localizadas. Veamos en qué consisten cada una de ellas:

Callosidades o hiperqueratosis difusas

Alteración de la piel extensa y superficial que no suele provocar molestias o dolor. Se caracteriza por no tener bordes definidos y presentar un color amarillento debido a la acumulación de queratina (proteína rica en azufre que tenemos en la epidermis).

Helomas o hiperqueratosis localizadas

Alteración de la piel profunda, definida y concéntrica que, a diferencia de la anterior, sí que suele producir molestias o dolor al rozar la callosidad o presionarla. A menudo los helomas están recubiertos de callos, hecho que dificulta poder reconocerlos y enuclearlos (extraer su núcleo).

Dentro de los helomas, a su vez, debemos distinguir varios subtipos:

Heloma o cavo plantar

Heloma que aparece en la planta del pie debido a la fricción y la presión que se ejerce sobre esta área. Suele tener un núcleo duro que el paciente siente como un clavo en el pie y que causa dolor al apoyar, andar o rozarlo.

Heloma interdigital u ojo de gallo

Heloma que aparece entre dos dedos del pie, concretamente en la zona lateral de uno u otro dedo a causa de la fricción de estos entre sí. Los ojos de gallo a menudo se localizan entre el cuarto y quinto dedo del pie y suelen ser dolorosos.

Heloma dorsal o tiloma

Heloma que aparece en la parte superior de los dedos a causa del roce del calzado, sobre todo en personas que tienen patologías podales como dedos en garra, en martillo o en mazo.

Heloma de fondo de saco

Heloma que aparece en la zona interdigital (concretamente, en la parte blanda situada en la base que une dos dedos del pie). Suele localizarse con frecuencia entre el cuarto y quinto dedo y causar dolor.

Heloma subungueal

Heloma que aparece debajo de la uña del pie y que tiene apariencia de verruga. Si se presiona, provoca dolor y puede llegar a desprender la uña.

Además de estos principales tipos de helomas, también existen otros como los helomas miliares (formaciones de pequeño tamaño que salen en los pies), periungueales (helomas que aparecen en el surco de la uña), vasculares (manchas rojas o violáceas en la piel, normalmente en los dedos de los pies, que suelen relacionarse con problemas circulatorios) y neurovasculares (helomas que en su interior tienen vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas), principalmente.

Por qué salen los callos en los pies

Varias causas pueden provocar callosidades en los pies. Seguidamente, las repasaremos:

Calzado inadecuado

Utilizar un calzado inadecuado puede favorecer la aparición de hiperqueratosis, ya que unos zapatos de punta estrecha oprimirán los dedos y harán que estos rocen entre sí y con el zapato constantemente. Igualmente, los zapatos de tacón también comprimirán la zona delantera, favoreciendo el desarrollo de callos y otras dolencias podales, como la fascitis plantar, los dedos en garra, en mazo o en martillo, la onicocriptosis o uña encarnada, etc.

Realización de actividades repetitivas

La práctica frecuente de actividades que tienen un fuerte impacto en esta parte del cuerpo, como ciertos deportes (fútbol, baloncesto, correr, etc.) puede comportar la aparición de callosidades en distintas partes del pie, sobre todo si no usamos un calzado ni unos calcetines adecuados.

Patologías y alteraciones podales

Otra causa común de las hiperqueratosis son las dolencias y alteraciones podales, como el pie en pie valgo o en varo, los dedos en garra o los juanetes, por ejemplo,  ya que la presión que ejercen estas deformidades o desalineaciones de los pies provoca fricción en ciertas partes, hecho que, a su vez, puede causar callos.

Mala pisada

Si, al caminar, repartimos mal las cargas (peso corporal), estaremos sobrecargando más unas zonas que otras y favoreciendo el desarrollo de callos y otras dolencias en los pies y en otras partes del cuerpo. Para intentar evitar que aparezcan las hiperqueratosis y otros problemas, es muy recomendable hacer un estudio biomecánico de la pisada (conjunto de pruebas diagnósticas que sirven para observar cómo repartimos las cargas tanto de pie como al caminar, saltar o correr y qué consecuencias tiene esto para el aparato locomotor) en un centro podológico especializado en tecnología avanzada.

Edad y cambios en la piel

El paso del tiempo comporta la pérdida de elasticidad de los tejidos y sequedad (especialmente en las manos y los pies), hecho que favorece el desarrollo de callosidades y helomas.

Sobrepeso

Un peso corporal excesivo impedirá que podamos repartir correctamente las cargas en el pie y que, en consecuencia, apoyemos más peso en unas zonas que en otras. Esto, a la larga, puede traducirse en callosidades y problemas en otras partes del cuerpo (rodillas, espalda, etc.).

Ausencia o mala colocación de los calcetines

Si no llevamos calcetines con el calzado, nuestro pie no tendrá ningún elemento que lo proteja de la fricción que este provoca, pudiendo desarrollar callosidades y helomas. Igualmente, si llevamos calcetines pero estos están mal colocados (formando pliegues o arrugas) también hará que el pie roce continuamente con el zapato.

Falta de hidratación

La deshidratación de la piel de los pies puede favorecer el desarrollo de durezas y helomas a cualquier edad, pero las personas mayores son especialmente vulnerables porque tienen una piel más seca y menos elástica.

Tratamiento para las callosidades

Ahora ya conocemos qué son exactamente las hiperqueratosis, qué tipos hay y por qué se forman, pero ¿cómo eliminar los callos en los pies? El tratamiento para las callosidades consiste principalmente en realizar una quiropodia, es decir, en eliminar las durezas y los helomas con instrumentos específicos para ello. Las quiropodias deberán ser siempre realizadas por un podólogo (nunca debemos tratar de eliminarlas nosotros mismos en casa), que examinará la hiperqueratosis para determinar su origen y nos dará consejos para intentar evitar su reaparición.

Probablemente también nos recomendará usar productos para aliviar las molestias que provocan las callosidades, como dediles en caso de tener las durezas en la punta de los dedos o entre dos dedos, protectores tubulares para los callos interdigitales, anillos protectores o ratoncitos subdigitales para los callos dorsales y separadores de media luna para los callos y ojos de gallo. Solo en casos excepcionales en los que el tratamiento anterior no sea efectivo y el paciente vea afectada seriamente su movilidad, el profesional sanitario puede considerar recurrir a la cirugía para eliminar las callosidades en los pies.

Prevención de callos: consejos prácticos

Para evitar desarrollar hiperqueratosis y helomas podemos seguir estas prácticas pautas y consejos:

  • usar un calzado adecuado: una de las medidas más eficaces para no desarrollar callos y otras patologías podales es utilizar un calzado de hormas anchas y una buena suela que amortigüe los impactos contra el suelo. También deberemos evitar los zapatos de tacón en la medida de lo posible, especialmente los de punta estrecha
  • realizar una quiropodia al menos una vez al año: de este modo el podólogo podrá eliminar las callosidades y aliviar los síntomas. En caso de que practiquemos deportes de impacto habitualmente o tengamos tendencia a desarrollar durezas, se recomienda acudir al podólogo con mayor frecuencia
  • mantener una buena higiene e hidratar diariamente la piel de los pies: como hemos señalado anteriormente, la hidratación de los pies es fundamental para no favorecer las hiperqueratosis y los pies secos y agrietados. Igualmente, una buena higiene también es básica para impedir la aparición de hongos en los pies e infecciones
  • usar piedra pómez con regularidad: para eliminar las células de piel muerta de las hiperqueratosis y evitar la aparición de nuevas durezas podemos utilizar piedra pómez (siempre de forma superficial y con suavidad). Es uno de los mejores remedios para los callos en los pies, si bien en caso de tener helomas profundos y dolorosos se recomienda acudir siempre a un podólogo.

A modo de conclusión, en este artículo te hemos contado qué son los callosidades, qué tipos hay y cuáles son las causas por las que aparecen. También te hemos contado el tratamiento que hay que seguir para aliviar las molestias que provocan y te hemos dado recomendaciones para prevenir su aparición. Ciertamente, algunas hiperqueratosis pueden ser muy incómodas y dificultar nuestra movilidad, pero si le ponemos remedio cuanto antes, mantenemos una buena higiene e hidratación podal y visitamos el podólogo con cierta frecuencia, las tendremos a raya y no nos impedirán realizar ninguna actividad.


Fuentes:

Información y estudios internos de Farmalastic

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.

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