Qué es la QUERATOSIS
Hace referencia a capas de piel engrosada por la fricción del calzado sobre el pie o los dedos.
Para defenderse de la presión y roce continuos, la piel reacciona con la migración de un importante número de células a la superficie.
Esto se traduce en la formación de una zona hiperqueratósica, lo que se traduce en su engrosamiento y potencial roce con otros dedos o con el calzado.
LOS PRINCIPALES TIPOS DE QUERATOSIS:
Hiperqueratosis: es una hipertrofia o hiperplasia de la capa córnea, que se da principalmente en las cabezas metatarsales. Tiene aspecto de color beige o amarronado. La causa es una presión difusa o fricción intermitente por desplazamiento entre dos planos duros que crea la dureza.
Heloma: Es una queratopatía que presenta núcleo, que se produce por una presión constante sobre un punto óseo. Se provoca una isquemia de la capa basal de la epidermis y como consecuencia una queratinización temprana de los queratinocitos. Tiene aspecto de cono invertido o clavo, es el callo con núcleo. u ojo de gallo.
Tiloma: Se trata de un aumento de queratina desde la capa escamosa hasta la capa córnea, en la que no hay presencia de núcleo, y viene dado por una presión difusa sobre un saliente óseo. Suele darse en el dorso de los dedos en las zonas articulares. Tiene un aspecto beige, es lo conocido como callo.
Por la localización de la queratosis
Dorsal: en la parte superior de los dedos. Suele deberse al roce con el calzado porque es estrecho o va ligada a la existencia de dedos en garra o martillo.
Interdigital: en la zona entre los dedos de los pies. Puede estar situado en el tramo central o en el nacimiento de los dedos. Suele deberse al roce entre dedos, causado o bien por el uso de calzado estrecho o por desviación de algún dedo.
Pulpar: en la punta del dedo. Suele deberse al roce del calzado o a desviación de algún dedo.
Algunos datos sobre la prevalencia de esta patología
El 58,1% de la población a partir de 65 años sufre por los callos.
Factores predisponentes para sufrir esta patología
Uso de calzado estrecho o mal ajustado.
Actividades que causan fricción o presión repetida en la piel.
Cambios en la morfología o tipo de pie: Hallux valgus, alteraciones en los metatarsos.
Mal reparto de las presiones del pie debido a obesidad, zapatos de tacón o pie plano.
Uso de calcetines con costuras que rocen en los pies.
Envejecimiento y deterioro de la piel.